31 de marzo de 2008

A Perro Flaco


Salió de casa con todo el peso del mundo sobre sus hombros. Había no dormido fatal, toda la noche dándole vueltas a la cabeza, y le dolían todos los huesos del cuerpo. Encima, se acabó el gas justo cuando estaba totalmente enjabonado y el agua fría le había regalado una colección de estornudos que lo acompañarían, seguro, una temporadita – siete días sin nada y otros siete con medicamentos, o algo así-.

Mientras preparaba el desayuno habían llamado a la puerta; era el casero – que tal sr., don, estimado… capullo- recordándole que le debía dos meses, que sí, que sí, que no me cuentes tu vida, y que quiero el dinero aquí esta tarde o te pongo en la puta calle.
Las tostadas chamuscadas y el café frío no se llevaban muy bien con su estómago, y estaban enzarzados en una pelea que lo hacía caminar con el culo apretado y sintiendo a cada momento una punzada en su barriga.

A mitad de camino hacía la parada del autobús le sonó el móvil en el bolsillo; mierda, el paraguas, el maletín, que no me da tiempo, que cuelga, es ella, seguro, seguro, seguro que cambió de opinión, seguro. Su estómago de repente en centrifugado, el corazón, para no ser menos, se acelera, se agitó, se le iva a escapar por la boca. , diga - ¿por qué lo dice como si no viera su nombre en la pantalla? -, ahh, sí, no te preocupes, el de Silvio, sí, sí, lo busco y te lo llevo; ahh, bueno, vale, se lo dejo a ella, entonces, sí, adiós, adiós. La muy …., será….., tanta prisa tiene por recuperar el puto CD del tal Silvio – ojala, ojala, ojala pase algo que te lo borre de pronto-, no puede dejarme tiempo para asimilarlo…me cago en…..; no se lo pensó mejor y encima no quiere ni verme, la madre que ……

Una ráfaga de viento repentina le cortó la frase, llevándose lejos sus palabras y, con ellas, todo lo que hacía servir para algo a su paraguas comprado en los chinos – mierda, mierda, mierda de paraguas -.
Un coche se acercó en ese momento a toda velocidad por la avenida – que maravilla, quien lo tuviera, ¿de verdad hay gente que puede pagar eso?- y al pasar a su lado, muy cerca de la acera, desplazó con gran fuerza el agua de los charcos que se habían ido formando junto al bordillo; sin tiempo a reaccionar se encontró completamente bañado y con cara de tontopor qué demonios me levanté de la cama-; Recorrió el tramo que le queda hasta la parada tratando de escurrir un poco el agua de su ropa, aunque había partes que no parecía que secándose dejaran de estar manchadas.

Ya solo faltaba que el autobús se retrasase y llegara tarde al trabajo, con lo bien que le caaía a su jefe, la excusa perfecta que estaba esperando para echarlo. Encendió un cigarrillo, una calada y ya está aquí el bus – maldito murphy, bueno, al menos no me despedirán-.

Solo quedaba un asiento libre, atrás, en la esquina, al lado de aquel tipo gordo. Perdone, me permite, bueno, si no queda más remedio, pasaque simpático, el gordito-. El tipo se salía por todos lados de su asiento, dejando muy poco espacio para que se peguara a la ventana, tratando de mantener un poco la respiración y con el culo justo sobre el borde del asiento. Hey, chaval, ahí había un chicle pegado, joder, ........mierda, mierda, mierda de gente, mi pantalón, joderrrrrrrr, no lo podía decir antesssss, bueno, ya no tiene remedio. Apoyó la cabeza en el cristal –que lento va hoy este autobús!!-

Una guapa rubia subió al autobús hablando por su móvil, miro hacía donde el estaba a medio sentar - ya podía bajarse aquí el gordo para que se siente ella- y sonrió, aunque no tenía claro si le sonreía a él. Se quedó por un momento mirándola -que buena que esta…-, como hipnotizado por el movimiento de su pelo, que colocaba a un lado y a otro cambiando el móvil de mano y girando la cabeza, como buscando algo fuera. De repente, la rubia hizo un movimiento más brusco con su cabeza, lanzando su melena hacia atrás y mirándolo directamente, fijos los ojos en él; empezó a caminar hacía donde se encontraba -al lado del simpático gordito - con paso firme, mientras quitaba los botones de su chaqueta, dejando ver un generoso escote; llegó junto al gordo y sin apenas esfuerzo, casi con solo mirarlo, lo apartó a un lado; se acercó un poco más a el y, cogiéndolo de las solapas de su aún húmeda chaqueta…..ehhhh, chaval, despierta, despierta, despierta de una vez, que esta es la última parada.

25 de marzo de 2008

A modo de Presentación


"EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN HÉROE
Se creía dueño del mundo porque latía en sus sentidos. Lo aprisionaba con su carne donde se estrellaban los siglos. Con su antorcha de juventud iluminaba los abismos.
Se creía dueño del mundo: su centro fatal y divino. Lo pregonaba cada nube, cada grano de sol o trigo. Si cerraba los ojos, todo se apagaba, sin un quejido. Nada era si él lo borraba de sus ojos o sus oídos.
Se creía dueño del mundo porque nunca nadie le dijo cómo las cosas hieren, baten a quien las sacó del olvido, cómo aplastan desde lo eterno a los soñadores vencidos.
Se creía dueño del mundo y no era dueño de sí mismo." José Hierro
Espero que sirva como una breve presentación o declaración de mis intenciones con este blog. A lo mejor leyendo lo que pienso me conozco un poco mejor. Seguro que leyendo lo que otros piensan, si tienen a bien escribirlo, la tarea será más fácil y, sobre todo, amena.
Saludos